jueves, 30 de mayo de 2013

La vida de 2300 familias en Villa Inflamable


Por Diego Bartalotta

HISTORIAS DE ABANDONO, POBREZA Y DESIDIA

Viejos silos en desuso y enormes edificios,en los que se lee un atiborrado “Dock Oil”, que albergaron hasta la década del `90 una importante actividad fabril solo otorgan paredones de sombra que dicen “Bienvenidos a Inflamable”, y que hasta hace dos meses decían Villa Inflamable. La política, los políticos en campaña dicen los vecinos, le cambiaron repentinamente el nombre. 

Su apodo siempre despertó mi interés, y son diversas las historias de abandono, pobreza y desidia que convierten a Villa Inflamable en un barrio singular que se construyo sobre el agua, que se inunda en cada sudestada y vaya paradoja hídrica carece de cloacas y agua potable. 

Su nombre se debe a que durante la década del ’90, las boletas de luz empezaron a llegar con esa denominación porque se en la zona se construyó una dársena para productos inflamables. Algunos, frente a la imposición lo siguen llamando Barrio Porst, como en sus orígenes.

Sobreviven allí cerca de 2300 familias aunque censadas solo hay 1500.

Centenares de bidones de agua con la leyenda “ACUMAR” hacen de tapiz en el ingreso al barrio, mostrando el único signo vital de un Estado que aquí se encuentra ausente.

Así lo viven sus habitantes, así lo indica la fuerza del mercado en territorio donde Shell tiene sus propias reglas. 

“No hace mas de diez años que la Shell organizaba visitas a sus instalaciones para los vecinos de Inflamable, nos mostraban que cumplían con la condiciones necesaria de higiene, que no contaminaban, nos regalaban toallones con el logo de la empresa y así seguía todo” relata Ramón.

Sin embargo no hay vecino que no denuncie por lo bajo ese hollín grasoso que se deposita todas las mañanas en sus viviendas, producto de la quema incesante que realizan durante la madrugada. 

Petrona Benítez, paraguaya y con tres hijos recita como un cuento el sufrimiento cotidiano de saber que la contaminación es parte del paisaje de su vida, “a la tardecita encienden las chimeneas, antes de que anochezca ese humo negro que sale, comienza a venir para acá, nos envuelve, nos asfixia. Durante la mañana vuelvo a lavar los platos y cubiertos que deje secando a la noche ahí en la pileta porque el hollín los ensucia”

Según dejar ver un informe realizado por JICA (Agencia de Cooperación Internacional de Japón) en 2003, la población de Villa Inflamable padece a diario niveles alarmantes de contaminación ambiental y su riesgo es de alta consideración. Se detectó la presencia habitual en la zona de 17 gases tóxicos (entre ellos, benceno, tolueno, xileno), y de metales pesados, como plomo y cromo. 

Las consecuencias son graves, alteraciones en el sistema nervioso, perdida de la memoria, las mujeres sufren trastornos en sus embarazos y los niños tienen una talla y peso menor que la media y sufren disminuciones en su coeficiente intelectual, leucemia y ceguera completan un cuadro que se acerca mas al siglo XVI cuando el Rey Carlos V ordeno que todas las industrias que contaminaran parcialmente y estuviesen localizadas en las colonias que dependían de su corona debían instalarse aguas abajo de los nuevos pueblos para evitar que los desechos ensuciaran los cauces potables que se utilizaban para el consumo. 

Desde entonces, lo que después se conoció como Cuenca Matanza Riachuelo se convirtió desde su fundación en una cloaca a cielo abierto.

Recuerdo la charla que hace meses tuve con Severino, un viejo luchador ambiental, a la salida de la audiencia pública realizad a en Tribunales, allí con su mirada profunda asevero que Dock Sud es uno de los distritos más contaminados de Latinoamérica.


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