Por Diego Bartalotta
BIENVENIDOS A VILLA INFLAMABLE
BIENVENIDOS A VILLA INFLAMABLE
Solo
algunos minutos separan el “centro” de Avellaneda de los márgenes geográficos
donde esta empotrado Dock Sud, barrio de 122 años, la misma cantidad de minutos
que lo separan de la Casa Rosada.
Ramón,
espera bajo el sol del mediodía. Toma mi retraso con naturalidad, de manera
cómplice y esperando un replique me dice “sigo esperando ese momento en
que la vida pueda ser mejor, aunque mi
espera no es pasiva sino que trato de cambiar desde lo cotidiano”
El colectivo
de la línea 134 se desvía y me desorienta, logro ubicar las tribunas de la
cancha del Docke, las viejas Torres, ahí bajo y me dirijo hacia el cruce de las
calles Debenedetti y Ocantos, desde allí son cuatro cuadras hasta la entrada al
barrio que compartiremos con autos de alta gama conducidos por alguno de los
directivos de las 44 empresas que condensan el Polo Petroquímico, un complejo industrial de 380 hectáreas.
También
circulan por allí camiones que traen a la memoria los que usábamos de pibes con
mis primos en el patio de mi casa, con amplios tanques y sus cartelitos que
indican mantener distancia “Precaución inflamable”. Estos esquivan vecinas gordas con bolsas
plásticas que llevan algo de frutas y verduras y hacen sonar la bocina ronca y
mandona que piropea a la morocha voluptuosa que aparenta más edad que su joven
rostro.
Muchas
esquinas tienen montículos de concreto para evitar el paso de los camiones ya
que durante el ultimo año murieron atropelladas dos niñas, que no alcanzaban
los nueve años y los vecinos lograron que desde el municipio regularan parcialmente
el transito de los mismos con estos bloques amarillos.
“Una suerte de solución” dirá Ramón mas tarde
Antes
de entrar al barrio nos sorprende la actividad de rutina de Prefectura y mas
adelante personal de Gendarmería que tiene como función prohibir el ingreso de
materiales de construcción para que nadie siga cimentando su futuro, ya que la
orden del juez federal de Quilmes, Luis Armella, lo prohíbe para evitar nuevas
construcciones.
La
garita esta justo frente a la reserva ecológica “Saladita norte”, contaminada y
solitaria, aunque tiene entre sus pergaminos el haber sido lugar de
entrenamiento de corredores de canotaje olímpico
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